lunes, 16 de agosto de 2021

-RESEÑA- Stardust, de Neil Gaiman

 

                                                                                                                                                                   Foto: María Laura Arias

“Un hombre podría andar, deteniéndose solo para dormir, mientras la luna crece y mengua sobre su cabeza media docena de veces, cruzando traidoras montañas y ardientes desiertos, antes de poder llegar allí donde la estrella ha caído”.

(Gaiman, 1999; pág. 90)

 

Stardust es una historia hermosa de fantasía y aventuras escrita por el ingenioso Neil Gaiman (autor de Coraline o American Gods, entre otros), novela de la que seguro habrán oído hablar por la película del año 2007, dirigida por Matthew Vaughn.

Quienes somos fans de este autor inglés, sabemos que es un genio creativo dando vida a numerosos universos e historias mágicas y fantásticas que saben entretener y conmueven, tanto en prosa como en comic, siendo galardonado con muchos premios y reconocimientos. Leer a Gaiman trae cierta reminiscencia a Carroll o a Tolkien, autores de los cuales él era seguidor y aquí claramente se nota.

No he leído la totalidad de las obras de Gaiman, pero en Stardust he percibido con mucho amor esa influencia plasmada en la historia de una manera muy natural y disfrutable, siendo una mezcla perfecta entre el humor de Carroll y la poesía de Tolkien sin exagerar ni extenderse, lo simple y necesario para hacer volar la imaginación y reírte en el proceso.

Es una fábula corta y ligera, pero muy recordable para adultos con ironías y chistes por doquier, llena de aventuras, brujas, magia, unicornios y criaturas fantásticas que te dejan con ganas de saber más y sorprende. Al mejor estilo del conocedor de historias con el que, como lectores, pareciese como si nunca nos cansáramos de escucharlas y pidiésemos otra más alrededor de un hogar a leña.

La historia comienza en Muro, una aldea inglesa y conservadora en donde el tiempo parece detenerse, salvo por unos días en particular donde existe un famoso Mercado y sus habitantes salen de su cueva tradicional y se animan a lo mágico y pintoresco. Sin bien no lo parece, pero el Mercado es importante, ya que termina siendo un puente entre los dos reinos que aparecen en la trama, un punto de encuentro entre la fantasía y la realidad, lo bueno y lo malo, lo normal y lo exótico.

A nuestro protagonista, Tristrán Thorne, siempre le llamó especial atención a este evento, al igual que a su padre, y a lo que yace del otro lado de Muro, el País de las Hadas, reino donde la fantasía y la magia suceden naturalmente y está prohibido acceder. Dejamos entonces por un momento este lugar para encontrar a un Tristrán perdidamente enamorado de una joven llamada Victoria, y a quien promete una estrella en prueba de su amor, estrella que termina cayendo, adivinen, ¡justamente del otro lado de Muro!

 

“Todo amante tiene corazón de loco y cabeza de juglar”.

(Gaiman, 1999; pág. 73)

 

Sin importarle nada ni nadie (más que Victoria), Tristrán no lo duda ni un segundo y se embarca en una aventura contra reloj y cacería de la estrella para entregársela a su amada, sin saber que otros habitantes del reino están sumamente interesados en ella también, pisándole los talones.

Pese a que son muchos los personajes que aparecen, todos entrañables, la trama fluye sin problemas y se va entretejiendo como un rompecabezas, uno a uno teniendo el mismo objetivo por distintos motivos: conseguir la estrella. Porque, ¿quién no ha buscado una estrella alguna vez? ¿Cuál es tu estrella?

Como ya mencioné antes, es una historia corta y directa, por lo que no hay lugar para escenas que sobren o se excedan por demás, todo es justo y necesario para que fluyamos con ella a través de un narrador elocuente en tercera persona.  

 

“Lo que ocurre en un bosque pronto es sabido en sus límites, y los árboles hablan con el viento, y el viento remite la información al próximo bosque que encuentra”.

(Gaiman, 1999; pág. 125)

 

La película de Stardust es sumamente fiel al libro, y éste tiene chispa, humor, entretiene y conmueve, se disfruta de un tirón. Tristrán es un personaje que va evolucionando hacia el final de la historia, sobre todo en su concepto del amor idealizado y en su propia naturaleza: ser leal a sus orígenes o seguir (o no) los mandatos familiares.

Aunque considero que todos los personajes fueron originales y creativos, le tengo especial cariño a la bruja, quien da todo de sí para lograr lo que tiene en mente. No quiero spoilear, pero hacia el final uno siente emociones conjuntas y contradictorias, y con este personaje no es la excepción. Me gustó mucho como Gaiman juega en cierto modo con lo emocional, como si te estuviese probando en el proceso. Uno termina sintiendo empatía por los personajes aun siendo malvados y, al mismo tiempo, se puede hallar alguna que otra enseñanza de parte de ellos.

En síntesis, recomiendo ampliamente a este autor, ya iré descubriendo otros de sus universos porque de verdad su creatividad me gusta mucho. Mientras tanto, me quedo muy encariñada con esta historia, ¡y ya quiero ver de nuevo la película!  


                             VALORACIÓN☆☆

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